Los remedios contra la Peste Negra-Javier Puerto - page 71

Los remedios quirúrgicos y farmacológicos curativos contra la Peste
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el gasto
, agua de acederas, vinagre rosado, polvo de rosas o sándalos rojos y se
aplica con un paño de lino delgado.
En lugar del emplasto puede emplearse un ungüento formado por aceite rosado
y de membrillos, bolo arménico oriental, polvo de los tres sándalos, Diamargariton
frío, cera. El ungüento se mezcla con un poco de vinagre rosado y se aplica a la tetilla
izquierda.
Confortado el corazón en la forma declarada, procuraremos divertir la ponzoña
muy lejos del, por convenientes lugares, según nos enseña la misma
naturaleza: la cual suele arrojar hacia la garganta, los humores pestíferos del
cerebro: así como a los sobacos, los que oprimen el corazón, y a las ingles, los
que tiranizan el hígado y la región del vientre.
De acuerdo con esta hipótesis, el siguiente paso sería la sangría para liberar los
humores nocivos. La recomienda en las proximidades del bubón o carbunco y de esa
manera el teórico veneno no entraría en el corazón. Algunos, como Nicolao
Bocangelino, aconsejan las sanguijuelas para esta operación
100
.
Tras la sangría se muestra partidario del sueño y el sudor. Da a beber al
enfermo agua de escabiosa con salvia imperial compuesta de la siguiente manera:
xilobálsamo, carpobálsamo, hojas de beleño, leño de águila, verónica, macis, canela,
eléboro negro, simiente de adormideras negras, opio, genciana, euforbio fresco,
azafrán. Se mezcla en el fuego con miel, se hace una confección
101
y se guarda en
vaso de tierra estañado.
No se puede creer, cuan divino remedio sea, procurando sudor copioso, este
antídoto, administrado como conviene a los heridos de pestilencia: infinitos de
los cuales con su ayuda fueron restituidos.
100
Nicolao BOCANGELINO,
Libro de las enfermedades malignas…
op., cit., fol.153
101
Diccionario de Farmacia…
op., cit., tomo I pág.695. Fueron para los antiguos el
summum
del arte. Se obtienen pulverizando
los simples susceptibles de ello, disolviendo en un excipiente adecuado las gomas y gomo-resinas y reduciendo los extractos a
consistencia siruposa. Luego se les añadían los jarabes y la miel y se interponían los polvos mediante un tamiz. A continuación,
agitando mucho, se interponían los aceites esenciales. En el siglo XIX se tenían por medicamentos indigestos y de confusa
preparación.
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